Modelo a seguir, sobre la película Naomi Campbel (2013) por Andrés Rodelo

May 14, 2018

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Modelo a seguir

Por Andrés Rodelo

Si Tony Manero (2008), la película del chileno Pablo Larraín, tenía como epicentro el relato de un hombre obsesionado con ganar un concurso televisivo como imitador del personaje protagonista de Saturday Night Fever (1977); la también chilena Naomi Campbel (2013), dirigida por Nicolás Videla y Camila Donoso, prosigue la línea de este concepto al narrar la historia de un transexual afrocolombiano que sueña con participar en un reality show para someterse a una operación de cambio de sexo que le haga parecer como la célebre modelo.

La filosofía del ‘quiero ser como…’ está presente en las dos obras. Esa idealización de un modelo de conducta –bien sea ficticio o real- plantean un renacer para ambos personajes, quienes de esta manera pretenden escapar de una realidad que los oprime: por un lado la represión de la dictadura chilena y por el otro el peso de los valores tradicionalistas del barrio capitalino La Victoria, en donde transcurre la película de esta pareja de directores.

Pero la Naomi Campbel del filme es solo un personaje secundario. Yermén, otro transexual que atraviesa por la misma situación, es aquí la verdadera protagonista. Como su compañera (o), Yermén ha establecido una identificación platónica con un ser inalcanzable, aunque su caso es un poco más provocador: cuando se encomienda con devoción a la Virgen María le pide que cumpla su deseo de ser mujer. Es decir, su deseo de ser como ella.

De hecho, si tenemos en cuenta que Yermén lee las cartas del tarot por teléfono, haciendo las veces de una guía que escucha las inquietudes existenciales de sus clientes y que vaticina acontecimientos futuros, la teoría de la Virgen cobra más fuerza aún.

De entrada la idea de bautizar la película con el nombre de un personaje secundario se perfila como un aviso de lo que vendrá a continuación, pues Naomi Campbel gravita en torno a un concepto nada convencional que presta más atención a los elementos circundantes de la trama central y menos a una estructura lineal que determine el desarrollo de la misma. Es así como la narración salta dispersa de situación en situación, sin trazar una unidad continúa.

El anhelado cambio de sexo de Yermén es interrumpido por otra serie de acontecimientos, que desvían la atención de lo verdaderamente importante. Todo esto acompañado de una cámara que explora con libertad los componentes de la puesta en escena, mientras que los personajes interactúan fuera de campo. En este sentido la atención también se la lleva el entorno.

En últimas resulta interesante el espíritu alegórico de la película, al igual que el deseo que tiene la protagonista por afirmarse sexualmente en el mundo, a pesar de lo deparado por su naturaleza. Pero su autoconsciente y caótica narración perjudica el conjunto, dejando la impresión de que el ejercicio de estilo propuesto no funciona como debería.

Andrés Rodelo, Colombia

Estudió periodismo en la Universidad de Manizales, en donde descubrió su amor por el cine mientras coordinaba el Cineclub Cinéfagos. Escribe para medios como la revista Kinetoscopio, la Revista Online Ocho y Medio y el suplemento cultural  Papel Salmón, del diario manizaleño La Patria. Coordina el Cineclub Estúpido de Manizales. En enero de 2013 participó en el VII Taller de Crítica Cinematográfica del Festival de Cine de Cartagena, en el que fue distinguido con la publicación de una crónica suya en el diario del certamen. Dirige también el programa radial Cinerama, de la Gobernación de Caldas.

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