MASTERCLASS “LA POLÍTICA DE LAS IMÁGENES”, DE JOÂO MOREIRA SALLES, POR ANDRÉS D’AVENIA

Jun 27, 2018

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TalentsBA

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El poder es una cuestión central en el hacer documental: debemos tener claro que quien tiene el poder es el director. Hay una relación de poder en todo documental”. Con esta premisa, con esta convicción, el realizador brasileño João Moreira Salles articuló la primera parte de su encuentro con los asistentes al 12º Talents BA moderado por el crítico argentino Roger Koza.

Su penúltima película, Santiago (Brasil, 2007), fue posible luego de 20 años de rodada. El director había filmado al mayordomo de su familia en 1992, pero había desistido de montar la película en aquel entonces. Su intención original era hacer un documental sobre Santiago. “Fue recién cuando tuve conciencia clara de que la película no era sobre él, sino sobre nuestra relación. Ahí fue cuando pude editar la película y terminarla”. El documental pasó a tratarse, entonces, sobre una relación de poder.

“Lo que estaba fundamentalmente presente en el bruto era el hecho de que yo era el hijo del patrón, y que esa era una relación desigual. Hasta que no lo asumí e incorporé necesariamente ese problema y esa dimensión, el documental no fue posible” explicó el cineasta. “Puede ser que la película haya terminado siendo sobre Santiago o acerca de la memoria, pero es de forma central una película sobre la cuestión documental y sobre la relación que se establece siempre entre quién está detrás y delante de la cámara”.

Salles sostuvo que, si bien los personajes en un documental tienen algo de verdadero, son ficcionales, porque siempre los termina construyendo el documentalista, tanto cuando filma como cuando monta. Ante esta cuestión, resulta imprescindible preguntarse qué hacemos y cómo trabajamos este poder.

En el caso de Brasil, el dilema se hace sentir especialmente, ya que la tradición del documental brasileño es realizan las películas desde una determinada clase (la media o media-alta a la cual pertenecen los cineastas) que filman a otra clase y a un mundo que no es el suyo. “Se trabaja con la favela, sobre la violencia, en el nordeste… Y aunque se tengan muy buenas intenciones, siempre se termina trabajando con un ‘otro’ que es el distinto a nosotros: los pobres, los violentos, los doentes, los miserables. Y no ser consiente de esto, no pensarlo desde una dinámica de poder, es un  gran problema” advirtió Salles.

“Incluso cuando trabajé filmando a Lula en 2002, durante la campaña electoral en la cual fue finalmente electo presidente, el que tenía el poder era yo. Era yo quien decidía dónde se plantaba la cámara, cómo se lo filmaba y cuándo se grababa”, ejemplificó el realizador.

Para él los documentalistas no suelen ser conscientes este poder que tienen y de la responsabilidad que conlleva. Cómo se encuadra, cómo se edita, qué se incluye o qué se deja fuera, siempre es una decisión. Y el acto de tomar esa decisión debe ser consciente en tanto ejercicio de poder sobre el personaje.

“Esto fue lo que más me enseñó Santiago y ahora me es imposible trabajar sin pensar este aspecto central”. Pero también por el tiempo durante el cual Salles convivió, trabajó y compartió el acto creativo con Eduardo Coutinho, “uno de los más grandes cineastas contemporáneos”. “Con él y con Santiago aprendí que siempre es necesario pensar internamente el documental. El documental no es simplemente un tema o la historia que se cuenta, sino cómo se cuenta. E incorporar la dimensión del poder, entonces, pasa a ser esencial”.

En el BAFICI 2017 Joâo Moreira Salles presenta en la Competencia Internacional (fuera de competencia) su más reciente trabajo: No intenso agora

 

Andres D´Avenia, Uruguay

Quiero profundizar en la problematización del estado del cine latinoamericano en tres direcciones: Abordar el estado de situación de nuestra producción especialmente del documental, trabajar las tensiones que le provoca a la ficción en sus formas narrativas, y construir vínculos cercanos con los realizadores jóvenes, académicos y colegas, porque he descubierto que la mejor forma en que podemos contribuir al cine que hacemos en América Latina es desde el diálogo y el pensamiento con los demás.

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