La mujer de los perros, de Laura Citarella / Verónica Llinás Crónica por Gaspar Astaíza, Colombia

Jun 18, 2018

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Silencio, humanidad, austeridad, desarraigo y sinceridad… La película que han creado Llinás y Citarella se puede resumir en esas intrincadas palabras. Una obra que carece de ostentosidad narrativa y hace gala de la minuciosidad compasiva.

Una MUJER (Verónica Llinás) vive en las afueras de Buenos Aires con su leal jauría en medio de un bosquecito en el que ha construido una choza o cambuche, éste se reinventa cada vez que llega una nueva estación. Su vida, salvaje igual a la de sus animales, parece ir sin rumbo fijo mas que la sobrevivencia día a día a la que está sometida por gusto propio. O eso es lo que parece. Durante toda la película mi pregunta fue: ¿Cuál es el pasado de esta mujer? ¿Por qué está en aquella situación? ¿Qué la hizo llevar esta vida solitaria? Las respuestas fueron pocas y sólo atisbos de una vida pasada se hacían presentes ante mis ojos.

Lejos de cualquier estupor consumista, aquella MUJER parece no molestarse con tener que realizar tareas casi cavernícolas para conseguir los elementos necesarios de subsistencia para ella y sus perros. Su relación con el entorno en ciertos momentos parece idílica y se confunde con un efímero sueño (parece ser pasajero) que se hace realista cuando aparecen nuevos entes dentro de su cotidianidad. Se percibe sin objeción alguna la complicidad (en el mejor sentido de la palabra) que existe con el cine de Lisandro Alonso, sobretodo en su película La Libertad, en donde la contemplación hacia su protagonista y todos los recursos cinematográficos son y están puestos al servicio del mismo. Grande planos panorámicos, cierta distancia frente a sus necesidades y acompañamiento necesario para darnos cuenta de la austeridad en la que vive.

Una película que está llena de silencios, en donde las palabras sobran con justa razón y la gestualidad es capaz de armar un relato propio de una mujer que no le interesa establecer vínculos sentimentales-afectivos con nadie. Además, se hace evidente el dejar a esta MUJER sin voz. Hay escenas en las que bien podría hablar pero es obvio el rechazo que hay por parte de las realizadoras a que esto se dé. Un logrado acierto ya que construye aún más la incógnita y el misterio que habita en su protagonista.

La caridad para con sus perros es sincera, llena de humanidad, sin reclamos ni reproches. Cuida de ellos así como ellos cuidan de ella. Una relación altruista y desinteresada que es equiparable con el dicho popular “Entre más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. Es su única forma de brindar cariño, que no es lo mismo que satisfacer sus deseos sexuales. La relación llega a un extremo tal que la MUJER se comporta de manera instintiva en buena parte del film, recurriendo a lo crudo y complicado que es el merodear por las canecas de basura buscando sobras de alimentos desechos y reaccionando a los insultos o cualquier forma de violencia de la misma manera.

Lejos de su entorno, en las afueras de ese bosque en el que ha vivido una buena cantidad de años, por lo que parece, hay un mundo hostil, un mundo que no le pertenece y por el que deambula sola, sin expectativas, ni objetivos. Como un fantasma que se deja percibir pero no asusta, sólo la presencia de sus perros la hacen visible. Sin embargo necesita algo de él, recordar su desgracia, su desarraigo al que por alguna razón llegó a ese estado de orfandad.

Una cinta que merece la pena ser vista, que dialoga con el espectador de forma genuina, que (des)escribe la nostalgia de su protagonista con sutil melancolía y usa la sensibilidad como bastión de aquel descompuesto y reconstruido mundo en el que habitamos.

Gaspar Astaíza, Colombia

“La enfermedad de vivir a 24 cuadros por segundo, no es enfermedad, es una necesidad”.

Estudió Comunicación Social en la Universidad del Valle y fue Monitor de la Cinemateca de la Universidad. Durante este periodo  participa en distintos cortometrajes: “Tres”, “La melancolía de las mandarinas”, “Malaire”, “El laberinto” y “Peones” (Folio N°7 y Juntos en Argentina). Es periodista en el FICCALI y en el REC (Argentina) y curador en el festival CINESPACIO. Columnista de el portal web Fin de la Historia y en proyecto la realización de su mediometraje (trabajo de tesis).

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