#BAFICI2017: Crónica de la masterclass de Nanni Moretti, por Aldo Padilla

“Queremos preguntas, no discursos, el entrevistado aquí es Nanni Moretti.”  Planteaban en el inicio de la masterclass el moderador y el mismo Moretti , una advertencia con mucho sentido ya que durante ciertos Q&A las preguntas suelen convertirse en una especie de concurso sobre referencias raras de las películas del director. El problema de dicha advertencia es que al final el mismo Moretti no logró un discurso totalmente articulado en base a una obra tan extensa y rica, aunque cabe aclarar que la estructura que se le dio a la charla no favoreció mucho para lograr un discurso coherente.

A modo de paréntesis planteemos un antecedente, el día anterior de la charla de Moretti fue invitado a la accidentada inauguración del BAFICI, la cual se salió de todo esquema debido a la sonora manifestación que había afuera del Gaumont por motivos ya conocidos, inauguración sin discursos y probablemente sin autoridades, lo cual seguramente confundió a Moretti, quien al finalizar la charla se encontraba claramente contrariado y con gestos que mostraban su confusión respecto a lo que estaba pasando. Su salida del teatro se dio entre ovaciones de las masas que, más allá de las reivindicaciones, no pudieron ocultar su pasión por el director de Caro diario.

¿Qué se buscaba con esta masterclass? La idea con que uno podía partir era vaga, ya en la grilla de programación la única descripción del evento decía Charla con Nanni Moretti, lo más lógico era pensar que se enfocaría en un repaso de la extensa obra de Moretti, pero ¿acaso no era necesario un hilo conductor? Javier Porta Fouz logró parcialmente guiar la charla en el inicio, durante cerca de 30 minutos se dimensionó la extensa obra del italiano a partir de los años 70 con Io sono un autarchico, que fue un éxito totalmente impensado para una ópera prima, aunque se veía claramente que Moretti no tenía la chispa histriónica y casi paranoica de los personajes que suele representar regularmente, y ante todo con respuestas un tanto evasivas era notorio que no quería entrar en terrenos profundos o políticos.

Al finalizar la primera parte de la charla comenzaron las preguntas del público que se extendieron por cerca de 90 minutos, es precisamente en este punto donde la dispersión comenzó a reinar en la charla, con el punto más bochornoso que se dio durante una pregunta sobre la situación compleja del cine argentino en estos últimos días, sabiendo que Moretti había llegado hacía pocos días, la notoria incomodidad de Moretti se mostró con su frase “No entiendo bien lo que me dice”, y evidentemente el público también se mostró incomodo frente a la pregunta, que reaccionó entre silbidos y correcciones al interrogador.

Aunque también es bueno resaltar que Moretti tuvo una inspirada y larga respuesta frente a la pregunta sobre el proceso de creación de sus obras, en la cual relato una a una la mayoría de sus obras y la relación entre ellas, aunque  dejando un poco de lado sus últimos films, más allá de ese oasis a partir de una pregunta muy sencilla y concreta se vio mayormente a un Moretti cansado y evasivo, además del hecho de una compleja interlocución con las personas  que preguntaban debido a la ausencia de luz hacia el público, solo Moretti era bañado por una luz casi divina, dejando al público en penumbras, lo que hacía que las personas que preguntaban debían hacer grandes aspavientos para ser reconocidos entre el público que lleno totalmente la sala del Village Recoleta.

Las preguntas dispersas saltaban de un punto temporal a otro, sin buscar mucha relación entre ellas, preguntas que implicaban escenas muy específicas que confundían a parte del público que probablemente no conocía la obra completa de Moretti, por lo cual también es posible justificar parcialmente el cansancio de Moretti que buscaba recordar el contexto de dichas preguntas,  y que incluso aclaro en algún momento frente a lo especifico que él no podía recordar todo lo que había rodado.

Llamó también la atención la evasiva respuesta frente a la pregunta sobre su visión sobre otros directores italianos y extranjeros de la actualidad, en el caso de directores extranjeros se limitó a nombrar al chileno Pablo Larraín, aludiendo una falta de oferta cinéfila en Roma, y en el caso de directores italianos no nombro a alguno en particular, a pesar de un gran momento del cine italiano con Rohrwacher, Garrone, Sorrentino, Rosi entre otros.

Este texto no busca una condena frente a una charla que no salió como se hubiera querido, en especial con todo el hype generado frente a la visita del director italiano más reconocido de los últimos 30 años, de cierta forma los tres componentes tuvieron sus errores, el público que no logró una coherencia entre sí y cuyo fanatismo de cierta forma se impuso frente al dialogo ordenado, la organización que fue quien debió darse más minutos para conducir una idea central y Moretti a quien se lo vio algo redundante a momentos.

Es difícil llegar a una conclusión frente a lo ocurrido, ya que debo admitir que el fanatismo también me ganó en medio de toda esa dispersión con una pregunta que no se conectó con los films tratados:  “¿Cómo describiría la relación de Roma con la moto?” Caro diario es mi favorita de la filmografía de Moretti, en especial la primera parte del film que es un precioso mapa de Roma con un Moretti feliz de pasarse horas en su Vespa. No estoy seguro si el italiano vio de quién venía exactamente la pregunta, pero alcanzó a bromear un poco sobre la idea que Buenos Aires necesitaba urgentemente de las motos para sobrevivir en medio de ese caos.

Es posible que las expectativas hayan hecho daño a como se vio  esa charla, de todas formas los lectores que no asistieron a dicha charla pueden contrastar las opiniones lanzadas por el redactor con los artículos donde hay una transcripción literal de la charla, que está en varios sitios.

Creó que a pesar de todo salí con ganas de explorar su obra más atrás de los ’90 que es lo que me falta  de Moretti, un director a quien prefiero recordar como el hombre más feliz del mundo cuando está encima de una Vespa.

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