#BAFICI2017: Bitácoras (6), por Lautaro Garcia Candela

Seguimos.  Ayer fuimos invitados a un diálogo con la revista alemana Revolver y su prima argentina, Las Naves. Ambas tienen un formato y una periodicidad bastante particular. Son como pequeñas biblias, libritos que caben en bolsillo, y salen dos por año. Persiguen el mismo objetivo: darle la palabra a los cineastas contra ese prejuicio generalizado de que no saben escribir. Se me hace imposible leer Revolver –íntegramente en alemán- pero por lo que dicen los germanos están en contra de cierta crítica interpretativa, por lo que se nutren de entrevistas o conversaciones internas. Los redactores son varios, todos cineastas o gente implicada en la producción de películas. Ante el vacío de publicaciones sobre cine que existía en Alemania a fines de los ochenta (un dato incomprobable, pero confiamos en Nicolas y Saskia, los representantes de ese medio), en la universidad planearon la revista y su primer número incluyó una larga entrevista con Lars von Trier, que les dio para que publiquen el manifiesto del Dogma 95, inédito hasta ese momento: destinados al éxito.

Las Naves, ya con seis números, tiene una regla interna para cada uno de ellos. El primero se compone exclusivamente de manifiestos que fueron pidiendo a cineastas argentinos y de otros lugares.  Hay otros sobre viajes, películas incompletas, métodos. Resulta placentero leerlas por ese extrañamiento que implica leer a directores de una manera tan directa, como alguien que revela su secreto aún con un poco de pudor.  La selección es fina, con un criterio que si se le presta un poco de atención es impecable.

Luego entre revistas se hicieron las preguntas de rigor sobre funcionamiento interno, lo que me deja  pensando sobre las posibilidades de (otra) revista de cine en papel.  La parte alemana sostenía que sus páginas debían ser totalmente libres de publicidades y por lo tanto de compromisos. Preferían ser pobres, decían. Resulta claro que también era por una cuestión estética, considerando el cuidado especial que le dan a las ilustraciones: cada número tiene una línea común a los fotogramas que aparecen en la revista (a su vez independientes de las películas sobre las que se escribe). En el último número la consigna es gente en el cine. Aparecen imágenes de Taxi driver, Bastardos sin gloria, La delgada línea roja y me faltan reconocer algunas. Si me cruzan les muestro y me dicen. La pregunta siguiente, que nadie formuló pero se volvía implícita, era cómo financiar esas revistas tan específicas y de vanguardia. Contaron que tenían arreglos editoriales y otros por el estilo, no quiero ahondar en detalles técnicos. En Las Naves eso no sucede porque los directores de la revista son dueños –hasta donde yo sé- de la propia imprenta de donde salen las revistas.  Circunstancias especiales que hacen que no tengan que enfrentarse directamente al mercado, un terreno hostil para este tipo de publicaciones. De este lado del mundo estamos mucho más a la intemperie.

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